domingo, 1 de marzo de 2009

REBELDIA



Si su madre le da una orden, su respuesta es no. Pregunta por qué debe hacer cada cosa, por qué debe obedecer, reniega de todo y hasta encuentra argumentos para justificar su actitud y contrarrestar los llamados de atención.

Si su madre le da una orden, su respuesta es no. Pregunta por qué debe hacer cada cosa, por qué debe obedecer, reniega de todo y hasta encuentra argumentos para justificar su actitud y contrarrestar los llamados de atención. ¿Le parece demasiado familiar? ¿Encuentra coincidencias con el comportamiento de alguno de sus hijos? Sucede casi en todos los niños y adolescentes en ciertas edades. Sin embargo, podría convertirse en un trastorno de la conducta.

Los especialistas en sicología y conductas humanas lo llaman conducta negativista o desafiante y según el doctor Luis Alonso Molina Dávila, es una etapa normal en niños entre 18 y 36 meses y durante la adolescencia.

Se trata de una expresión de autonomía del crecimiento y en la adolescencia es “como una necesidad de separación de los padres y de establecer una identidad de autonomía”, explica.

Típicamente comienza a los ocho años y generalmente no pasa la adolescencia. Antes de la pubertad es más prevalente en los varones que en las mujeres, pero luego se manifiesta de igual manera en ambos sexos, continúa.

Igualmente puede ocurrir cuando el niño enfrenta una situación de estrés como la separación de sus padres o conflictos en el hogar, porque pasa una reacción de duelo, justifica.

Una característica típica de este comportamiento es que el niño lo presenta sólo en la casa y no en la escuela, aunque en algunos casos podría suceder; y ocurre casi siempre con la persona que tiene la autoridad en casa.

SIGNOS DE ALERTA

No obstante, esta conducta mediante la cual el niño trata de ganar autonomía, también podría llegar a convertirse en algo anormal o un trastorno de la conducta, por lo que es necesario valorar los casos que salen de lo que se puede considerar normal.

Si el niño toma una actitud desafiante, de oposición, siempre lleva la contraria y llega a la cólera fácilmente de forma persistente y a diario por más de seis meses, se han cruzado los límites, advierte.

En aproximadamente un 30 y 40 por ciento de los niños y adolescentes se trata de una etapa transitoria. En la mayoría no irá más allá de la adolescencia y si persiste, los signos serán muy pocos, sin embargo, un 20 por ciento podría desarrollar trastornos de conducta, asevera el experto.

El trastorno ocurre por una predisposición neurobiológica a padecerlo, también existen factores temperamentales, indica.

Los adolescentes que han pasado los límites de la conducta desafiante y desarrollan trastornos de conducta podrían pasar a actitudes más peligrosas como meterse en pandillas, destruir cosas, romper las normas sociales.

UN PROBLEMA FAMILIAR

Este problema tan común no sólo atañe al niño, muchas veces la causa se encuentra en la familia por la forma en que se educa al niño y los modelos de conducta que observa.

Podría ser causada por un exceso de disciplina o una inadecuada forma de disciplinar, estructurar o fijar límites, de parte de los padres.

También ocurre cuando hay una identificación del niño con un progenitor que tiene trastornos impulsivos. En estos casos se establece un modelo de conducta de interacciones negativas y desafiantes hacia los demás, dice.

La ausencia física y emocional de los padres por motivos laborales, es otra causa de que los niños presenten esta conducta.

ALGUNAS IDEAS
Recomendaciones

Trate de brindar suficiente tiempo a sus hijos. Este tiempo debe ser de calidad. Brindarle amor y atenciones.

Si el problema persiste por mucho tiempo, se debe buscar ayuda profesional para recibir terapia individual y de familia.

Auto evalúese. Es conveniente identificar dónde radica el problema. Si se trata de una forma inadecuada o exceso en la forma de imponer disciplina, identifique si en la familia hay algún miembro con este tipo de conducta, a quien el niño podría estar imitando.

Es necesario observar con quién se da la conducta y en qué contexto.

Los niños o adolescentes casi nunca tienen conciencia que están haciendo mal. Trate de hacerle tomar conciencia de que no está actuando bien.

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