sábado, 21 de marzo de 2009

La Guerra no es un Juego y los Ninos no son Marionetas



No es necesario se palestino en estos días para sentirse conmocionado y afligido por el número de niños y jóvenes que han sido heridos y muertos en la ola de disturbios en que se ha visto envuelta la Margen Occidental y Gaza en las últimas semanas.

Tampoco es necesario ser un israelí para sentirse frustrado e indignado con lo que parece ser una posición despreciativa o tolerante por lo menos - con el hecho de que los niños palestinos son los que están en las primeras líneas de la lucha, como si fueran combatientes en la guerrilla.

No importa cual sea la inclinación política de uno, de qué lado del conflicto árabe-israelí uno está o quién es el que está equivocado o quién es el que tiene la razón en este tema. A pesar de todo, tenemos que estar de acuerdo en un punto. Debemos alejar a los niños del campo de batalla. Los niños no debieran tomar parte en un conflicto o en una guerra. Ellos no deben ser las víctimas de los mayores. No deben morir.

Qué le puede importar a un niño muerto si es un símbolo o un mártir, una víctima o el tema de un noticiero? Qué tiene de bueno ser un símbolo de la muerte?

Qué le puede beneficiar a un niño muerto quién está en el lado correcto, si es que lo sabía o lo sabe? Para un niño muerto ya nada importa. Un niño muerto no tiene presente ni futuro. Un niño muerto no tiene ningún derecho, y ya no le importan los derechos que aparecen en los tratados y en las declaraciones que no le sirvieron de sostén.

Es tan fácil para el adulto utilizar a el niño para sus propios propósitos. Es tan fácil arrastrar al niños al juego de la guerra y transformarlo en símbolo. Es tan fácil y tan equívoco. Es tan fácil y tan terriblemente peligroso.

Es tan fácil porque el niño, a través de la historia y en cada sociedad, vive bajo la tutela y autoridad del adulto y de sus padres, a quienes debe obediencia y respeto.

Es tan fácil porque el niño es influido y manipulado fácilmente. La propaganda, la incitación y lo mas importante, la actitud del adulto es tomada por el niño en su valor literal - sin restricciones ni tener en cuenta su perspectiva real. Incluso cuando las intenciones de éstos no tuvieran un significado real, o estaban sólo exagerando para mantener con firmeza sus puntos de vista.

Es tan fácil usar a los niños porque, desde tiempos inmemorables, éstos han sido considerados como propiedad de sus padres y como fuentes futuras la sociedad. Como los emisarios que habrán de llevar los valores y las metas del mundo de hoy al mañana. En muchas sociedades del mundo, la imagen bíblica del sacrificio de Isaac es considerado la prueba de fuego de la fe. Qué desafortunado y que trágico es que la historia de un tan cercano asesinato de un niño por su padre haya encontrdo lugar en nuestra memoria colectiva sin la parte moral de su fin - la prohibición de Dios del sacrificio de un niño.

Es muy cómodo sucumbir a la tentación de utilizar al niño, éstos son tan fáciles de manejar. Es tan simple confundir a un niño entre la imagen y la realidad, entre la fantasía y la verdad. Y qué niño no ha jugado a la guerra con armas de juguete? Qué niño no ha crecido con historias de heroísmo en la lucha? Los niños están expuestos a la violencia y a la guerra en las películas, en los juegos de vídeo y en el computador (ordenador) donde lo único que tienen que hacer es presionar una tecla para apuntar, disparar y destruir - y ganar puntos para el juego. Qué niño no quiere ser un guerrero, un héroe, un ganador, un símbolo?

Qué fácil es para un niño pensar que todo es igual, que es un juego, que puede comenzar y terminar a su antojo, sólo tiene que pulsar un botón!

Qué fácil es para un adulto alistar un niño en la lucha, para los propósitos del mayor - después de todo, el niño está allí y el legado del padre debe continuar. Asi es que su tarea no queda de lado. De esa manera, los niños crecen con los mitos y los valores de su sociedad, así podrán ser los representantes del futuro de su pueblo.

Y se puede fotografiar tan bien los niños. Son noticia que ningún reportero puede dejar de publicar. Si el enemigo se muestra indeciso o se equivoca, podemos hacerlo transformarlo en un vencedor. Y si no es así, una fotografía vale más que mil palabras, y la fotografía de un niño herido o muerto vale mucho más que un millón.

Es tan fácil y tan erróneo. Tan peligroso y tan inmensamente terrible.

La guerra no es un juego de niños. En el campo de batalla, los muertos no se levantan y siguen caminando al fin de la película.

La guerra no es un juego. Los niños no son peones en un tablero de ajedrez o marionetas.

Los niños, por naturaleza, son heridos con facilidad - leve y severamente, tanto en lo físico como en lo mental. Incluso si los soldados apuntanran solamente a las piernas, debemos recordar que las piernas de los adultos están frecuentemente a la altura de un niño. Los niños son físicamente débiles y son fácilmente lastimados. Heridas que pueden no ser fatales en un adulto pueden significar la muerte de un niño.

Los niños están más inclinados al riesgo. Son menos cautelosos y de este modo están más expuestos a correr grandes peligros. En consecuencia, tienen muchas más probabilidades de ser heridos.

Es trágico, pero los hechos demuestran que ese es el caso. Cuando el niño está en las primeras líneas, no hay milagros. Son muertos, son heridos y perjudicados - corporal, mental y espiritualmente.

Todo niño que han sido expuesto a una batalla y a una efusión de sangre, llevará consigo daños psicológicos profundos, incluso si su propio cuerpo no ha sufrido daño alguno.

Poner al niño en las primeras líneas de fuego, como participante activo en la violencia, como agresor o como víctima, puede tener con el tiempo, terribles consecuencias personales y sociales.

Quién abra alguna vez, en el alma de un niño, una puerta a la violencia, incluso para lo que crea que es una causa justa, tendrá gran dificultad para cerrarla en el futuro.

Un niño que ha probado el gusto de la sangre como participante activo en actos de violencia o como víctima, arriesga tener una marca de fuego en su alma y en sus actos a largo plazo.

La violencia tiende a corromper el alma del que hace uso de ella, a disminuir el umbral de agresividad, especialmente cuando se trata de jóvenes. Es como el duende - fácil de liberar, pero prácticamente imposible de halagar para que regrese a su botella.

Un niño que ha tomado parte en actos de violencia es una amenaza para si mismo y para otros, asi como para la sociedad en la que vive, ahora y en el futuro. La agresividad que ha encontrado lugar dentro de su corazón es como si se dirigiera en el futuro, no sólo contra el enemigo sino también contra su familia, sus hijos, otros adultos y en particular, contra los más débiles que él. Es imposible controlar y saber como las semillas de la violencia plantadas en el corazón de un niño, aunque sea para propósitos ostensiblemente legítimos, vanyan a desarrollarse.

Utilizar al niño para propósitos peligrosos es como preparar el camino para la futura manipulación de éste por los adultos. Si es legítimo poner en peligro la vida de los niños en defensa de la fe o de los ideales, nada podrá parar a los adultos en la utilización de los niños para la consecución de otras metas -puede ser indigno, aunque ello pueda acarrear menos muertes.

Es tan fácil usar al niño. Tan terrible y tan extremadamente erróneo.

Los niños no deben ser enviados a las primeras líneas del frente de lucha o del conflicto. No se los debe estimular para que participen en actos de violencia y los adultos tácitamente no debieran permitirles participar, pero no hacen nada para detenerlos.

Ojalá que fuera posible evitar la violencia entre los adultos! Pero, mientras ésta continúe, los niños no deben ser parte del juego. Al final en esto, los adultos deberían estar de acuerdo - aunque no lo estén en ninguna otro asunto.

Los niños no son objetos de propiedad de nadie.

Los niños no deben ser blanco para las armas de nuestro lado, del lado contrario ni de nadie.

Los niños deben vivir. Nuestros niños. Vuestros niños. Los niños donde quiera que se encuentren y quienes sean.

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