A todos los padres en algún momento se nos acaba la paciencia y nos sorprendemos pronunciando frases que juramos nunca utilizar, a sabiendas de que su poder sea solo pasajero. Aprenda a mantenerse firme durante las crisis cotidianas y a reforzar serenamemente los stándares familiares mediante una decuada comuncación.
1. ¿Cuántas veces te he dicho qué...?
No importa como finalice esta oración. Se trata de un intento poco efectivo para dirigir la conducta de los niños y que la mayoría de ellos, en el mejor de los casos, ignorará (y en el peor, responderá altaneramente). Pero lo que los padres realmente buscamos es una acción específica por parte de los niños, no una contestación verbal. Si prestaramos atención a lo que les decimos, nos impactaría la poca relación que tienen nuestras palabras con lo que realmente deseamos. La frase "pégale a tu hermana y verás...", tiene más de profecia que de amenaza preventiva. Si Usted quiere que sus hijos procesen sus palabras sea sumamente concreta y directa.
Esta regla aplica desde los primeros años hasta la adolescencia: Para los pequeños, las preguntas retóricas o enunciados de principios no tiene sentido; los jóvenes los consideran manipulativos una muestra más de la inhabilidad de sus padres para conectarse con ellos.
Diga: "Déja de meceerte en la silla" ó "guarda tus juguetes". Si se siente incómodo presceda sus palabras con un "por favor";obtendrá mejores resultados.
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