lunes, 20 de abril de 2009

Efectos que tiene el TDA en el desarrollo infantil



En edad temprana, el niño toma un juguete y luego otro, pasa de un juego a otro sin poder focalizar su atención en ninguno por mucho tiempo.

Cuando ya tiene más edad, la hiperactividad del niño es complicada de manejar, sobre todo cuando se requiere cierto orden y calma, como por ejemplo a la hora de las comidas, cuando debe hacer tareas, o en lugares públicos.

Las rutinas diarias (como lavarse los dientes, vestirse o hacer los deberes) son motivo de discusión permanente, debido a que no se niega a realizarlas pero si las posterga de manera indefinida.

La falta de atención en la escuela hace que deje sus trabajos incompletos y no entienda las explicaciones de la maestra.

Son niños decuidados con su aspecto y muy desordenados.

Se frustran ante la primera dificultad que encuentran o cuando no obtienen lo que quieren. Esta frustración la manifiestan con rabietas explosivas de comienzo súbito y final abrupto, después pareciera que el niño no se acuerda de los sucedido.

Es muy impulsivo, interrumpe constantemente la actividad de otros niños o cuando los mayores están hablando.

El resultado final es un rendimiento pobre e inconstante, que en muchos casos es causa de fracaso escolar, con la consiguiente disminución de su autoestima, a pesar de ser niños con capacidad intelectual normal. Si el problema no se corrige, es frecuente que progrese a un cuadro de depresión en la preadolescencia o adolescencia.

Un 50% de casos se asocian a problemas de conducta (desobediencia y/o agresión).

Un 30% de casos se asocian a problemas específicos de aprendizaje (dislexia).

Desde el punto de vista social, la incapacidad del niño para adaptar su conducta a la de los demás, provoca en muchos casos rechazo y aislamiento. Estos niños son por lo general inmaduros en su interacción social, y parecen llevarse mejor con niños de menor edad.

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