miércoles, 5 de agosto de 2009
COMO AFECTAN LOS CAMBIOS DE ESCUELA
Para empezar el análisis, hay que decir que estos cambios generalmente son abruptos y escapan totalmente al control de los niños, por tanto de todas maneras llevan un grado de traumatismo intrínseco, más si le sumamos el poco manejo de situación y experiencia que tiene el niño. El resultado puede ser tan fatal como un niño inseguro y lleno de miedos e incertidumbre acerca de su futuro al pensar que lo mismo podría suceder con sus padres o familia cercana y éstos irse de pronto un buen día de su lado.
Casi siempre existe rechazo inicial de parte del protagonista puesto que el hombre es un ser de hábitos y trabaja en base a adaptaciones, por lo cual, cualquier cambio genera un grado de stress. Claro que pueden existir ciertas circunstancias en las que el niño le abra los brazos a la repentina medida como podría ser el caso de que sea maltratado en el colegio primigenio. Por otra parte, nos encontramos con el daño colateral, término que podríamos usar para enmarcar lo que sienten los demás niños.
¿Cómo se pueden minimizar estos daños para que los damnificados sufran menos? Pues, para empezar, se debe anunciar con la debida anticipación que pueden ocurrir estas cosas, que son parte de la vida misma y que debemos comprender poco a poco. Eso en general. En concreto, se puede anunciar que un niño dejará la escuela, no sólo a él, sino a sus compañeros también, igual, con la debida anticipación que el caso amerite. Pero junto a estas recomendaciones que exigen las mínimas reglas de consideración podemos citar otras no menos importantes.
Una sabia medida, consistiría en involucrar al niño en el cambio que se va a operar. Por ejemplo, sería muy sano que los padres acudan a averiguar acerca de las posibles nuevas escuelas en su compañía, pasearse por los distintos ambientes acompañados del niño y pedirle su opinión, hacerlo claramente partícipe de la decisión sin el menor atisbo de presión de su parte, que él sienta que no pierde totalmente el control de la situación.
Otro gran acierto sería expandir los horizontes del niño. Como sabemos, a los niños se les hace un mundo hasta las más simples situaciones, por lo tanto hay que ver de facilitarle las cosas. Por ejemplo podemos decirles que en la nueva escuela conocerán nuevos amiguitos y así dispondrá de un número mayor de amigos, además de los que ya tiene en la otra escuela, recalcarle que no perderá amigos sino que ganará muchos más. En esta etapa inicial del cambio, sería conveniente que el niño sea acompañado por su nana o uno de sus amigos íntimos para que sirvan de refuerzo a lo que los padres proponen, fundamentando de esta manera la seguridad que sentirá.
También sería conveniente explicarle con detalle la nueva rutina que seguirá y procurar que ésta, en esencia, no diste mucho de la anterior en cuanto a horarios al menos. Por último, recalcarle al niño que el cambio no se debe a que éste haya fracasado en la escuela en la que estuvo sino más bien a razones de otra índole que nada tienen que ver con él.
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