domingo, 8 de febrero de 2009

La comunicación en familia



El papel del lenguaje

Las personas se relacionan a través de la comunicación que se hace mediante el lenguaje ayudado por los gestos, los movimientos del cuerpo. El lenguaje es el primer sistema de señales que emplea el hombre para relacionarse con su medio y para aprender lo que le rodea.

El niño, desde la más temprana edad, aprende a identificar los primeros sonidos y su significado y distingue el tono con el que se le habla. Hacia los nueve meses, sabe si sus padres están enfadados o le tratan con afecto y cariño.
El aprendizaje del lenguaje es un paso previo e indispensable para el aprendizaje de la lectoescritura y supone la forma de tomar conciencia de todo lo que se aprende del entorno en el que se vive.

Además del lenguaje, el hombre cuenta con gran cantidad de mecanismos para manifestarse que le permiten ponerse en contacto con los demás: los gestos, las miradas, la expresión del rostro... Estos elementos ponen de manifiesto actitudes, sentimientos, predisposiciones y motivaciones que permiten una comunicación interpersonal trascendente.

Desde los primeros momentos de la vida, el bebé capta la intensidad del afecto, aprecia si se le aguanta o se le abraza; valora el tono afectivo de la mirada del adulto cuando le acerca un juguete. También ocurre esto entre las personas adultas y entre los miembros de una familia.

El lenguaje está limitado por los conocimientos de cada uno; sin embargo, los símbolos son personales e inagotables. La posibilidad de combinar ambos lenguajes (verbal y gestual) implica comunicación.

El silencio, parte del diálogo

Cuando sólo se usa el lenguaje verbal (difícil, pues en la práctica nunca aparece desligado del gestual) hablamos de diálogo. Se dan dos formas extremas de diálogo: por exceso o por defecto. Ambas, provocan distanciamiento entre padres e hijos.
Hay padres que, con la mejor de las intenciones, procuran crear un clima de diálogo con sus hijos e intentan verbalizar absolutamente todo. Esta actitud fácilmente puede llevar a los padres a convertirse en interrogadores o en sermoneadores, o ambas cosas. Los hijos acaban por no escuchar o se escapan con evasivas. En estos casos, se confunde el diálogo con el monólogo y la comunicación con el aleccionamiento.

El silencio es un elemento fundamental en el diálogo. Da tiempo al otro a entender lo que se ha dicho y lo que se ha querido decir. Un diálogo es una interacción y, para que sea posible, es necesario que los silencios permitan la intervención de todos los participantes.

Junto con el silencio está la capacidad de escuchar. Hay quien prescinde de lo que dice el otro, hace sus exposiciones y da sus opiniones, sin escuchar las opiniones de los demás. Cuando sucede esto, el interlocutor se da cuenta de la indiferencia del otro hacia él y acaba por perder la motivación por la conversación.

Evite los discursos

Esta situación es la que con frecuencia se da entre padres e hijos. Los primeros creen que estos últimos no tienen nada que enseñarles y que no pueden cambiar sus opiniones. Escuchan poco a sus hijos o si lo hacen es de una manera inquisidora, en una posición impermeable respecto al contenido de los argumentos de los hijos. Esto sucede frecuentemente con hijos adolescentes. Estamos ante uno de los errores más usuales en las relaciones paternofiliales: creer que con un discurso puede hacerse cambiar a una persona.

A través del diálogo, padres e hijos se conocen mejor, conocen sobre todo sus respectivas opiniones y su capacidad de verbalizar sentimientos, pero nunca la información obtenida mediante una conversación será más amplia y trascendente que la adquirida con la convivencia. Por esto, transmite y educa mucho más la convivencia que la verbalización de los valores que se pretenden inculcar.

Por otro lado, todo diálogo debe albergar la posibilidad de la réplica. La predisposición a recoger el argumento del otro y admitir que puede no coincidir con el propio es una de las condiciones básicas para que el diálogo sea viable. Si se parte de diferentes planos de autoridad no habrá diálogo. La capacidad de dialogar tiene como referencia la seguridad que tenga en sí mismo cada uno de los interlocutores.

Hay que tener presente que la familia es un punto de referencia capital para el niño y el joven: en ella puede aprender a dialogar y, con esta capacidad, favorecer actitudes tan importantes como la tolerancia, la asertividad, la habilidad dialéctica, la capacidad de admitir los errores y de tolerar las frustraciones.
La importancia de la comunicación.

Si es importante el diálogo en las relaciones interpersonales, lo es aún más la comunicación. La comunicación está guiada por los sentimientos y por la información que transmitimos y comprendemos. La comunicación nos sirve:

• Para establecer contacto con las personas.
• Para dar o recibir información.
• Para expresar o comprender lo que pensamos.
• Para transmitir nuestros sentimientos.
• Para compartir o poner en común algo con alguien.
• Para conectar emocionalmente con otros.
• Para vincularnos o unirnos por el afecto.

Estos son algunos facilitadores de la comunicación:

• Dar información positiva.
• Ser recompensante.
• Entrenarnos para mejorar nuestras habilidades de comunicación.
• Empatizar o ponernos en el lugar del otro.
• Dar mensajes consistentes y no contradictorios.
• Saber escuchar con atención.
• Expresar sentimientos.
• Crear un clima emocional que facilite la comunicación.
• Pedir el parecer a los demás.

sábado, 7 de febrero de 2009

Desprendimiento madre-niño



Dicho muy brevemente, el estudio de lo que se llama ‘relaciones de objeto’ ha puesto de manifiesto la importancia que en la primera infancia tiene una relación estrecha y consistente con la madre (o con la persona que habitualmente haga dicha función). En esa época, cualquier separación, aunque sea breve, el niño la vive con ansiedad.
Pero también se ha descubierto, en el campo de la ‘psicología del yo’, que tras esa primera etapa, el niño necesita separarse de su madre, para diferenciar sus propios deseos y necesidades de los de ella, para ir tomando conciencia de sí mismo y de su individualidad.

La madre debe dejarlo no sólo separase tanto como sea posible, según su edad, sino que debería presentarse a sí misma como sujeto de necesidades “egoístas”, con una vida propia, e ir alejándose de esa imagen que tiene el niño de su madre como una extensión de él que sólo existe para satisfacer sus necesidades.

Lo que se ha llamado un ambiente familiar suficientemente bueno, es aquel que reacciona con cariño a la vez que permite que el niño experimente, de modo gradual y acorde con su maduración, una cantidad creciente de frustración.

Es necesario proteger al niño pero también dejar que se exponga gradualmente a experiencias en las que no logre todo lo que desea. La capacidad del niño para enfrentarse a la realidad depende de esto.

Este proceso de tolerancia a la frustración, que se desarrolla paulatinamente, permite que el niño aprenda a manejar su ansiedad y su agresividad. Cuando esto no se realiza bien, el niño puede volverse apático y pasivo o, por el contrario, irascible.

Ideas que pueden servir de guía

La educación perfecta no existe, sobre todo si la consideramos como un conjunto de normas utilizadas como una receta; no hay un niño igual a otro ni siquiera en la misma familia, así que más que fórmulas estándar, podemos disponer de guías para orientarnos en situaciones diversas.

Es importante ser espontáneos, la intuición es necesaria porque son los propios padres quienes conocen mejor a sus hijos y el modo de ayudarles.

Nuestra empatía, capacidad para ponernos en su lugar, nos permite entender los motivos que ellos tienen para actuar y reaccionar en una determinada situación y, desde ahí, podemos enseñarles modos de afrontarla. Y también les enseñamos eso tan importante para su vida que es saber ponerse en el lugar del otro.

La coherencia es también muy importante porque uno tiene que creer aquello que quiere enseñar. La contradicción entre lo que se dice y lo que se hace inválida la norma que o bien no se cumple o lleva a la mentira.

Por eso es tan importante que los padres actúen con seguridad y sin contradicciones. Es sobre todo con un estilo de comportamiento con lo que los hijos se identifican y al que imitan. La norma concreta puede ser más o menos discutida si se le transmite una forma de ser responsable y honesta.

No se trata de adiestrarlo, convertirlo en algo que deseamos, tendremos más éxito si le ayudamos a descubrir sus capacidades, personalidad..., y él también.

viernes, 6 de febrero de 2009

La autoridad de los padres se refuerza cuando...



1.- Hay acuerdo en cómo educar a los hijos, y en cómo armonizar la autoridad paterna y materna para una mejor educación de cada hijo. La autoridad de los padres ha de ser complementaria, no excluyente, no delegada de uno en otro cónyuge.

2.- Se apela al razonamiento al diálogo, se potencia la responsabilidad de los hijos por aproximaciones sucesivas. Huir tanto del sobreproteccionismo como del desentenderse cuando pueden necesitar ayuda.

3.-Se llega a acuerdos en temas puntuales con los hijos. Se pueden concretar dichos acuerdos mediante contratos de conducta. El llegar a una conducta-meta en los hijos conlleva el descomponerla en los pasos mínimos sucesivos, que hay que reforzar las aproximaciones a la conducta meta y extinguir la conducta a eliminar.

4.- Se evita el sermonear reiterativo porque suele tener un efecto contrario al buscado. Si hay que decir algo a alguien, se dice a solas, de manera clara, con formulación positiva, llegando a acuerdos y fijado el tiempo de revisión de los mismos.

5.- Somos firmes cuantas veces sea necesario, pero sabiendo cambiar a actitudes de flexibilidad y cariño siempre que sea preciso.

6.- Se presta atención al buen comportamiento, a los aspectos positivos que tiene toda persona, y no se atiende únicamente a las conductas desadaptativas.

7.- Se explica con razonamientos por qué los corriges, y se respeta a la persona y se le ayuda a mejorar en los defectos que tiene. Hay que demorar la entrevista para corregir a un hijo nuestro, si no tenemos la suficiente serenidad para hacerlo en este momento. No tratar de vencer sino de convencer. Es la fuerza de la razón quien se ha de imponer no la de los años.

8.- Se le da suficiente autonomía y libertad poco a poco, según el uso correcto que van haciendo de ella. Saber "ir soltando poco a poco las amarras" del niño y sobre todo del adolescente, quedándose lejos por si hace falta ayuda en algún momento.

jueves, 5 de febrero de 2009

LOS ESTILOS DE AUTORIDAD EN LA FAMILIA



La familia constituye un grupo social en el que sus miembros tienen una vinculación genética y donde el liderazgo es ejercido por los padres. Como líderes del grupo, los padres tienen que conducirlo en el ejercicio de su autoridad.

Dice el diccionario de la R.A.E. que la autoridad "es el crédito que por su mérito y fama, se da a una persona en determinada materia". Si analizamos la definición, determinaremos alguno de los rasgos que caracterizan a la noción de autoridad:

a. La autoridad es un crédito, un capital que puede administrarse adecuadamente y, por tanto, aumentar, como cualquier capital dinerario, o al contrario, inadecuadamente y, en consecuencia, disminuir.

b. Los componentes principales de ese capital son el mérito y la fama, que son el resultado de las buenas acciones en el ejercicio de la autoridad. Si el ejercicio de la autoridad hasta el presente ha sido el correcto, se adquiere prestigio, mérito y fama.

Hay varios estilos de ejercer la autoridad. Veamos cuál de ellos resulta más frecuente en nosotros, cuál es nuestra tendencia para corregirla si fuera preciso.

Estilo permisivo o sobreprotector: Consideran que los hijos son buenos y saben qué tienen que hacer. Hay que darles todo lo que piden, especialmente aquello que los padres no pudieron tener.

Tratan de evitar que sus hijos se enfrenten a las dificultades de la vida, y van quitándoles obstáculos. En los conflictos, los hijos siempre salen ganando. No hay una orientación dada por los padres, los hijos crecen sin pautas de conducta.

Consecuencias educativas:

• Al no tener un código de conducta marcado, los hijos no suelen tener referentes, y por tanto, no saben a qué atenerse.

• Les faltan hábitos de esfuerzo, de trabajo para ponerse a la realización de un proyecto personal. Tienden a la labilidad emocional.

Estilo autoritario: La razón es siempre de los padres. Consideran que el respeto de los hijos proviene del temor. Los padres imponen las soluciones en los conflictos que se plantean. Los padres dirigen y controlan todo el proceso de toma de decisiones. Critican a la persona ("eres un inútil"), no las acciones de la persona, lo que genera una baja autoestima.

Consecuencias educativas:

• Pueden generar en los hijos sentimientos de culpabilidad ante la imposibilidad de no cumplir los deseos de sus padres.

• Favorecen sentimientos de agresividad, de odio, al no sentir los hijos la suficiente autonomía personal.

• Potencian conductas engañosas en los hijos para poder pasar el control de los padres.

Estilo cooperativo: Los padres consideran que se pueden equivocar en las decisiones como cualquier ser humano. Buscan y potencian que los hijos puedan aprender autónomamente y que saquen lo mejor de sí mismos. Ayudan en la búsqueda de soluciones equidistantes del abandono y de la sobreprotección.

Consideran que los problemas son un reto para la superación personal. Las relaciones entre padres e hijos están presididas por el respeto mutuo y la cooperación.

Consecuencias educativas:

• Desarrollan en los hijos el sentido de responsabilidad para que asuman las consecuencias de sus actos.

• Inducen en los hijos habilidades de trabajo en equipo.

• Los hijos aprenden actitudes de cooperación, de toma de decisiones y respeto por las reglas.

Después de este análisis pienso que es corrector sentarnos un rato y meditar cuál de las opciones en nuestro comportamiento como padres es la que va a servir más a la larga a nuestros hijos, No lo cree?

miércoles, 4 de febrero de 2009

La televisión en el cuarto de los niños



Algunos padres creemos que entre las cosas más importantes que debemos darles a nuestros hijos es su propio espacio con algunas comodidades, por lo tanto nos damos a la tarea de tenerles su cuarto, el cual este bien equipado y al que no le puede faltar su televisión; medio a través del cual los niños conocen el mundo, aún antes de saber leer y escribir.

¿Cree usted que tenerle televisión en el cuarto de su hijo es bueno, le beneficia en algo?

Pues dejeme decirle que definitivamente NO.

El que su hijo tenga la televisión en su recamara más que hacerle un bien, lo esta perjudicando. Primero por la calidad de los programas que pasan hoy, realmente decepcionantes y todavia más por la gran influencia que éstos ejercen en los niños, esas pequeñas esponjas que todo lo absorben: bueno y malo.

Ellos ahora deciden qué comer basados en la publicidad de los seudo alimentos que se anuncian en la televisión; asi también en base a toda la publicidad que ahí se encuentran deciden como vestir, aprenden a jugar en la sociedad los roles de hombre y de mujer que ahí les enseñan; ellos saben que hay humanos mejores que otros, y no precisamente por sus valores morales, sino por otros criterios totalmente materialistas. Los niños y niñas desde muy corta edad ya se ven bombardeados por los modelos que deben reproducir en sus propios cuerpos.

Asi pues de esta manera, la televisión es la gran vendedora que llega a la intimidad de su hogar, se mete hasta en su cama y peor aún, en la de sus hijos.

Otra razón del porque no es bueno que halla televisión en la recamara de los niños, es la falta de control sobre lo que ven y el tiempo que utilizan para verla, o acaso ¿usted pone reglas en cuanto a la horas y programas que deben ver sus hijos y esta ahí para asegurarse de que se cumplan?.

Una razón más es que limita la comunicación: la televisión impide una mejor y más amplia comunicación en la familia, ya que absorbe toda nuestra atención creando un alejamiento entre unos y otros, asi que con más razón su hijo se aislará si la tiene en su cuarto.

Por otro lado y en base a varios estudios realizados tanto en nuestro país como en el extranjero, se ha demostrado que los niños que tienen la televisión en su recamara tienen menos creatividad y concentración, asi como menor rendimiento escolar en comparación con aquellos que no la tienen .Esto se debe en gran parte a que los niños que tienen televisión en su cuarto durmen menos.

En base a todo lo anterior, lo invitamos a reflexionar; no se trata de ninguna manera de evitarles a los niños su propio espacio ni de que vean la televisión, pero si de hacer todo lo posible porque ambas cosas no esten juntas, ya que es muy poco probable que mantengamos el control. Debemos por lo tanto como padres establecer reglas y seguirlas, entre ellas se pueden encontrar:

* La ubicación del aparato electrónico( en un lugar apto para todos).
* Determinar los programas que los niños pueden ver.
* Definir el tiempo para ver televisión.
Si todavia no hemos puesto en marcha tales reglas, aún estamos a tiempo, averigüe que es lo que sus hijos han estan viendo últimamente y procure estar con ellos en esos momentos, mucho mejor si planean juntos los horarios y programas para ver en familia.

Científicos involucrados en estudios sobre los efectos negativos de la televisión en el cuarto de los niños indican, que un padre que no permite que este aparato se ubique en la recamara de su hijo , es un padre conciente de la educación y formación de su hijo. Seamos entonces de este tipo de padres.

martes, 3 de febrero de 2009

COMO DEBEN LOS HIJOS DE CONTESTAR EL TELÉFONO



La delincuencia es un mal que va en aumento, así como sus formas de operar; hoy en día fraudes y secuestros, se llevan a cabo utilizando solo el teléfono.

Por otro lado, la familias en donde los padres trabajan y por tal motivo tienen que dejar a sus hijos solos por un tiempo, también son más. Ante esta situación es muy importante entonces llevar a cabo ciertas medidas de seguridad con el fin de enseñar a nuestros hijos acerca de los peligros que existen y como deben protegerse.

Entre las medidas de seguridad que podemos establecer, por ejemplo con respecto a como se debe contestar el teléfono cuando no estén los padres o no pueden contestar, se encuentran las siguientes:

Comunicación e información: Tenga claro que como padre, es la persona más importante e influyente en la vida de su niño. Esto también resulta en que es usted la mejor fuente de información de seguridad.

Hable con sus hijos de la importancia de la seguridad en el hogar y fuera de el.

Acuerden en familia reglas y procedimientos en la utilización del teléfono.

Explíqueles como es utilizado este medio por los delincuentes.

Si tiene la posibilidad, no dude en contratar el servicio de identificador de llamadas.

Nuevamente entre todos los miembros de la familia especifiquen y graben los números más importantes en la memoria del teléfono.

Si el niño contesta el teléfono, enséñele a que nunca debe decir que esta solo en su casa, es mejor decirle a quien llama, que su mamá o papá están ocupados por el momento, que él apuntara el mensaje y luego colgar.


El niño no debe seguir una conversación telefónica con alguien a quien no conoce.

Al contestar el teléfono, su hijo no debe dar información. Si la persona que llama pregunta "¿quién eres?", enseñe a su hijo a decir "¿Quién habla y con quién desea hablar?".

Si su hijo no se siente cómodo o se asusta por alguna cosa que dice la persona que llama, dígale que cuelgue el teléfono y que siempre debe comentarle a usted sobre todas las llamadas telefónicas que hubo.

Si tiene un contestador automático, déjelo prendido cuando su hijo está solo en la casa.

Asegúrese de que sus niños sepan cómo comunicarse con usted en una emergencia, aprendiendo el número de teléfono del trabajo de usted, del teléfono celular.
Los niños deben tener a un adulto de confianza a quien pueden llamar si están solos en la casa y llegan a sentir miedo o tener una emergencia.

Recuerde: La seguridad personal de sus hijos, debe ser la responsabilidad principal de todo padre y madre; y como estos no pueden estar siempre, junto a ellos.

Es precisamente en estos momentos cuando los niños son más vulnerables a cualquier tipo de abuso; de ahí la importancia de que aprendan a cuidarse a si mismos.

domingo, 1 de febrero de 2009

El coleccionismo en los niños y sus beneficios



Las tarjetas y muchos otros tipos de colecciones acaparan la atenciòn de los niños año con año, esta puede ser una aficiòn que si se maneja de manera adecuada por lo padres; puede ayudar a los niños a desarrollar habilidades y actitudes muy positivas, como por ejemplo: Constancia, orden, paciencia, memoria, etc.

Asì como el deporte puede ser una forma de juego para los niños, el coleccionar algùn objetivo tambièn puede serlo. Alrededor de los cinco a seis años, el niño comienza a tener interès por la colecciòn sobre todo de tarjetas y figuras de su pelìcula o serie televisiva favorita, porteriormente a partir de los nueve años y a veces hasta la vida adulta su colecciòn se va haciendo màs especìfica y amplia.

Lo que antes eran tarjetas, ahora son monedas(numismàtica)estampillas postales(filatelìa), mariposas, rocas minerales, banderines, llaveros, aviones, coches, etc.
El coleccionismo es una estupenda herramienta pedagògica, porque:

- Para los niños màs pequeños esta actividad le resulta emocionante y aunque en ocasiones es frustrante, si se les incentiva a continuarla y se les proporcionan pautas y exigencias, es una herramienta muy eficaz para que el niño siga sintièndose muy interesado y motivado.

-En los niños timidos y que se relacionan muy poco con los demàs, el coleccionismo les ayuda a fomentar las relaciones de intercambio y el contacto personal.

- Tiene un valioso aporte para los niños que muestran síntomas de hiperactividad, en este caso lo mejor es orientarles a que coleccionen objetos que les exijan una mayor concentración y atención, asì como mayor memorización y organización.

Habilidades que el niño desarrolla al coleccionar

El coleccionismo impulsa a los niños a desarrollar una serie de habilidades que les beneficiarán posteriormente tanto en el desarrollo de muchas de sus actividades como en su vida familiar.

Entre estas habilidades se encuentran:

- El orden: El coleccionismo incita al orden ya que es necesario tener un control sobre las piezas ya conseguidas, las que faltan y las repetidas.

- La responsabilidad: se fomenta el cuidado por sus objetos de colecciòn y el dinero, ya que el niño será responsable para ahorrar y poder así pagarse su propia colección.

- El respeto: El niño no sòlo aprenderà sobre el cuidado de su colecciòn, ademàs podrà apreciar a partir de lo propio, lo importante que es respetar las pertenecias de los demàs.

- La organización: el niño debe saber en todo momento dónde se encuentran sus objetos de colección para así poder realizar los intercambios que desee.

- La constancia: Como la finalidad de esta actividad es acabar la colección, el niño deberá esforzarse para así poder conseguir las piezas que le faltan; por lo que necesitarà mostrar una clara actitud de constancia para poder alcanzar su objetivo en el plazo previsto.

- La memoria: el niño fomentará esta capacidad ya que el coleccionismo lo incitarà a recordar todas las partes de su colección, de tal forma que sabrà lo que le falta para completarla, lo que puede cambiar o que ya esta repetido. Esta memorización le podrá ser útil en el futuro para otros temas como los estudios.

El coleccionismo puede se una fuente de aprendizaje y motivaciòn tanto para los niños como para sus padres, para conseguirlo es importante atender los siguiente consejos:

Consejos para los padres

-Es muy importante hacerle comprender al niño, que es mucho mejor terminar una colecciòn a dejar varias a medias, y es que en muchos casos el niño por querer ganar o sobresalir entre los otro niños de sus entorno, desea terminar todas las colecciones; por lo que en este caso será difícil trabajar las habilidades que se pueden desarrollar con esta afición.

- Enséñele a su hijo trucos y formas de organizarse: Propongale hacer una lista de quellos objetos de su colecciòn que esten repetidos, los que ya estan completos y los que se va a cambiar y pongalos en cajas distintas.

- Ademàs de enseñarle, juegue con él... pero procure que el decida la mayoria de la veces en los que respecta a su colecciòn.

- Es muy importante que el niño participe en el costo económico de la colección. Debe aprender que su “juego tienen un precio” y que él debe responsabilizarse en esa parte; ya sea que aporte una parte de lo que se le da para gastar o tomando de sus ahorros pero de manera limitada.