miércoles, 7 de agosto de 2013
LA INTELIGENCIA EMOCIONAL
La inteligencia emocional es considerada como la habilidad esencial de las personas para atender y percibir los sentimientos de forma apropiada y precisa, y debe desarrollarse desde los primeros años de vida ya que las emociones se expresan desde el nacimiento, un niño amado, acariciado, será un niño con confianza en si mismo, un niño seguro.
Las personas con inteligencia emocional:
Aprenden a identificar sus propias emociones y a expresarlas
Desarrollan una aceptación incondicional de sí mismos y de los demás., tiene una buena autoestima e imagen de sí mismo
Desarrollan el autocontrol y la empatía: ponerse en el lugar del otro.
Desde pequeños aprenden que existen distintos tipos de situaciones y que cada una les exigirá unas u otras respuestas: Resolución de problemas.
El desarrollo de la inteligencia está muy ligado a la educación de los sentimientos, sentirse seguro es sentirse querido, en la familia uno es querido radical e incondicionalmente. Las experiencias infantiles impregnadas de afecto pasan a formar parte de la personalidad a través de la memoria, aprende a andar y a hablar y su mundo se expande.
Estrategias para estimular la inteligencia emocional en los niños:
Dar nombre a los sentimientos:
Ser capaces da nombrar emociones como la cólera o la tristeza, les ayuda a reconocer esas emociones cuando las sienten. Y saber qué es lo que sienten les puede ayudar a sobrellevar ese sentimiento. Enséñele a su niño a reconocer emociones (alegría, tristeza, cólera, miedo) a través de cuentos, tarjetas con dibujos, etc.
Relacionar gestos con sentimientos: Es importante que el niño aprenda a identificar emociones en otras personas, de esta manera desarrollará la empatía. Haga gestos de sorpresa, tristeza, cólera, alegría, temor…, converse con él acerca de las emociones que podrían estar sintiendo los personajes de un cuento o los actores de televisión.
Orientarlos:
Una vez que sus hijos sepan reconocer sus emociones, deles normas básicas para enfrentarse a ellas. Una buena norma es "Cuando expreses tu enfado no puedes hacerte daño ni a ti, ni a los demás, ni a las cosas”. Explique a sus hijos lo que sí pueden hacer. Por ejemplo: correr en el jardín, dibujar figuras enfadadas, dar puñetazos a una almohada, arrugar un periódico, etc. Hacer esto no es malo, al contrario, expresar lo enojado que se siente es saludable, siempre que se exprese de manera aceptable. Además de ello se debe enseñar al niño a relajarse cuando estén nervioso o disgustado, anímelo a respirar hondo mientras cuentan hasta tres y a expulsar despacio el aire. O dígale que cierre sus ojos y tensen los músculos, cuenten hasta seis y relajen los músculos.
Actuar con empatía:
En los niños más pequeños es recomendable reconocer sentimientos en ellos mismos y en los demás, empiece con las actividades de “Dar nombre a los sentimientos" y “Relacionar gestos con sentimientos". También puede hacer juegos de imitar los gestos del compañero, estas actividades permiten “ponerse en el lugar del otro”.
Alabar lo positivo: Felicítelos cuando sus hijos se enfrenten bien a sus emociones o muestren preocupación por los demás, dígales que usted se da cuenta de ello. Ejemplos: “Muy bien hecho lo de marcharte a tu cuarto a tranquilizarte”.
Enséñele con el ejemplo:
Esta es la mejor manera para que sus hijos entiendan cómo expresar adecuadamente las emociones, sin causar daño. Por ejemplo si ha pasado un mal día en la oficina, váyase de paseo en lugar de gritar y desquitarse con los demás. Otras estrategias para calmar el estrés son: respirar hondo, darse un baño caliente, llamar a un amigo o escribir en su diario. Si tiene una explosión de mal genio delante de sus hijos, hable luego con ellos. Cuénteles por qué estaba enfadado. Luego explíqueles que se enfrentó a sus sentimientos de forma equivocada y que intentará hacerlo mejor la próxima vez.
martes, 19 de marzo de 2013
2 AÑOS
Los dos años es una edad intensa llena de cambios, en la que los niños dan pasos de gigante en la conquista de su independencia. Te damos claves que te ayudarán a acompañar a tu hijo frente a sus miedos, el orinal, las rabietas, el paso de la cuna a la cama, aprender a vestirse solitos...
Los niños de dos años hacen muchos progresos en su desarrollo y sufren muchos cambios: aprenden a controlar esfínteres, pasan una etapa de testarudez, empiezan a ir a la guardería...
Descubre los cambios que vive el pequeño, ármate de paciencia y prepárate para acompañar a tu hijo en esta etapa.
La edad de la independencia. ¿Qué podemos hacer los padres?
A los dos años los niños nos declaran la independencia diciendo: "¡ Yo solito!". Nos hacen la guerra con unas rabietas enormes que hacen temblar toda la casa, y lanzan los habituales "No quiero", "¡No!", "¡Que noooo!" en los momentos más inoportunos.
Pero no hay que asustarse. La consolidación de su naciente "yo" hace que pasen por esta etapa de obstinación y negatividad. Mientras dura, requiere de unos padres repletos de humor, comprensión y mucha mano izquierda. Para sobrellevarlo debes:
Ser flexible y persuasivo.
Establecer rutinas.
Recordar que ellos son los niños, nosotros los adultos.
No temer afrontar alguna que otra rabieta.
Orinal
En esta etapa también se enfrentan al terrible control de esfínteres. Empiezan a ir solos al baño y es una misión muy complicada para ellos. Sin embargo, se lanzan a lograrlo con verdadero ahínco.
El control de la popó suele lograrse entre los dos y los dos años y medio y el control diurno del pis entre los dos y medio y los tres. El pis nocturno puede seguir escapándose hasta después del tercer (y hasta del cuarto) cumpleaños. Estos datos son aproximados y cada niño tiene sus peculiaridades.
Cada niño tiene su propio ritmo y hay que respetarlo.
Es una conquista frágil y cualquier cambio (vacaciones, nacimiento de un hermano) puede hacer que el niño retroceda.
Tenemos que ser flexibles y no alarmarnos ni recriminarle. Hay que mostrarse cariñosos y darle tiempo al tiempo.
La impaciencia y la tensión retrasan o complican el proceso. No debemos olvidar que es un proceso que no puede forzarse y sobre el que no podemos decidir nosotros solos.
Hay que hablar con el niño para ver cuándo está dispuesto a dar el paso y hacerle protagonista de sus progresos para que se sienta orgulloso de ellos.
El buen talante de los padres y la paciencia son la mejor política.
Rabietas
Son propias de esta edad y sería preocupante que faltasen del todo. El mejor modo de afrontarlas es asumir que son normales en los niños de dos años.
La mayor parte de las veces no requieren que hagamos nada especial, simplemente guardar la calma y esperar a que pasen. Si el pequeño intenta conseguir algo que tenemos claro que no debemos concederle, lo mejor es no ceder, aunque ocurra en un lugar público y la gente lo vea.
Cuando haya pasado, no tenemos que ser rencorosos y hay que tratar al niño con cariño y normalidad.
Miedos
Es normal sentir miedo en los primeros años. Algunos de ellos, como el miedo al tráfico o al fuego, son necesarios. Otros, más fantásticos, son propios de la edad: el miedo exagerado a los animales, a la oscuridad, a los ruidos o a los Reyes Magos.
Aunque nosotros los veamos injustificados, no hay que obligar al niño a enfrentarse a ellos porque entonces puede aumentar su miedo y su sensación de fracaso. Hay que aceptar el hecho y, sin exigencias, tratar de ayudarle a superarlo.
Tenemos que elogiar y premiar sus esfuerzos y sus progresos por pequeños que sean. Aunque no es bueno forzar las cosas, hay que saber ser pacientes y aceptar como normales muchos miedos infantiles que, con el tiempo, se van por donde han venido.
Nunca hay que utilizar los temores de nuestro hijo para controlar su conducta. Amenazar con el coco, la bruja o las inyecciones puede dar lugar a terrores más intensos y duraderos de lo que eran en un principio.
De la cuna a la cama
A los que dormían en cuna les toca dar el salto a una cama "de verdad". Conviene planteárselo como una consecuencia de ser mayor, como un avance.
No hay que enfocarlo como una pérdida, sino como una celebración. Si el niño nos acompaña a comprar el colchón y nos ayuda a elegir los colores de la sábana y la colcha, se sentirá más implicado en cambio. Cuando el motivo de la mudanza sea la llegada de un bebé, haremos el tránsito con suficiente antelación para que ambas cosas no coincidan
Tampoco conviene que nos acostemos a su lado, porque después puede exigírnoslo.
Debemos mantener los mismos rituales y rutinas a la hora de acostarle
Rituales de sueño
El momento de irse a la cama es ahora muy especial. Los niños se hacen los remolones y procuran retrasar todo lo que pueden el quedarse solos en su cuarto.
A veces necesitan de todo un ritual para dormir: ponerles el pijama, colocar los juguetes, colocarles una canción o leerles un cuento. La sensación de orden y repetición les tranquiliza y les da seguridad.
Normalmente, a partir de los tres años, los rituales irán desapareciendo. Siempre que no les hayamos hablado del coco, la bruja o similares, porque se tomarán el asunto al pie de la letra y ya no habrá forma de convencerles de que era una broma.
Higiene
Ya puede aprender hábitos de aseo. Es capaz de lavarse y secarse las manos o de limpiarse los dientes.
Nuestra ayuda es fundamental. Debemos decirle que debe lavarse las manos varias veces al día: tras ir al váter, antes de comer, al volver al parque, después de jugar con la mascota... Al recordárselo y practicar con él, llegará a incorporarlo a su rutina diaria de forma natural.
Los jabones y toallas de colores y formas divertidas pueden ser de gran ayuda, así como una cancioncilla improvisada que entonemos mientras se esté aseando.
Todavía no conviene que se bañe él solo, pero puede ir enjabonándose, aclarándose y secándose con nuestra ayuda. Hay que hacer de la hora del baño un momento agradable, propicio a las risas, los juegos y los mimos.
Aprender a vestirse solos
Ya puede (y quiere) vestirse solo.
Los velcros, las cremalleras fáciles y los botones grandes le facilitarán el trabajo.
Cuando intente ponerse los pantalones, un jersey o algo tan complicado como un calcetín, debemos ayudarle.
Aún no distingue el calzado derecho e izquierdo ni se ata los cordones, pero sí puede quitarse la ropa.
Eso sí, tendrá que hacerlo bajo nuestra supervisión.
FUENTE: SER PADRES
martes, 5 de marzo de 2013
jueves, 28 de febrero de 2013
jueves, 14 de febrero de 2013
VIDEO
Les dejo un vídeo de una interesante charla del Psícologo Felipe Lecannelier sobre como establecer una buena relación con nuestros hijos y cómo reaccionar a sus pataletas:
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